viernes, 13 de noviembre de 2009

Tranquilidad, viene de tranca

Tranquilidad ,viene de tranca.
Por David Escobar Gómez
Un agente viajero de treinta años llamado Juan Chatripan, se alojó en la posada Rendón de un pueblo arruinado, San Angel, conocido por las crías de cerdos y turpiales. Cada tres meses visitaba las farmacias con sus productos farmacéuticos para animales. Casta Lucía, es la posadera de setenta años y vive con su hijo soltero Damián María, de cincuenta, el portero nocturno que se ayuda como carretillero en la estación del ferrocarril. Un día, Juan terminó la labor, almorzó, y subió a la alcoba para recostarse un rato y durmió con tanta fuerza, que pasó de largo y se despertó a media noche. La habitación la compartía con una vieja imagen de una virgen de aspecto desagradable. No estaba seguro, si estaba soñado o que en realidad ese bulto se le estaba acercando cuando escuchó con mucha claridad una voz siniestra: “Mamá, no me puedo dormir” Se erizó expectante. La respuesta femenina de doña Casta, del otro lado del tabique rústico lo tranquilizó. “¿Por qué será, hijo?” “Mamá, las ideas no me dejan dormir” contestó. “Grave es la vigilia sin la entretención del pensamiento”. Damían repostó: “Es que no sé bien que me pasa: si no duermo por las ideas que me rondan, o porque como no duermo pienso en ellas” “Tu padre, cuando no podía conciliar el sueño, se levantaba y escribía algo” a lo que el hijo dijo con disgusto: “¡Ah! Yo no sé escribir bien.” “Porque no quisiste aprender, pues educación no se te negó” y él con rencor dijo: “Seguro, que de haber estudiado, no estuviera cargando bultos en la estación” “Hijo, te rogaba, te suplicábamos pero tú eras muy terco, resolviste no ir más a la escuela.” “¡Mamá, me hubiera dado con un palo, pero no ha debido dejarme bruto!” Interrumpió con un grito altanero el carretillero. “Dejarme dormir, ya me tienes aburrida” “¡Pero mamá! ¿Dónde dejo las ideas que me atormentan?” “La mente resuelve sus preocupaciones ­–sentenció Casta –, si quiere, de un solo tajo, y se duerme, llega la tranquilidad y lo resuelve todo” Volvió el silencio. Luego a Juan lo despertó un golpe seco, en seguida otros; pero no se inmutó. Se quedó dormido. Después salió madrugado sin avisar. Al pasar en el tren regreso a su sede, pasó por la pensión en el momento que sacaban un ataúd..

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