viernes, 13 de noviembre de 2009

POR EL CAMINO REAL

Este cuento que viene a continuación es de mí querido y recordado padre, lo encontré en sus archivos personales, Alejandro Escobar Ballestas. El primer veterinario que tuvo la región del Chimicuica y los playones.
POR EL CAMINO REAL


El jinete atraviesa el verde playón, y la tarde lluviosa por el Rincón de los Espantos. Cabalga sobre brioso corcel alazán dorado, lucero chorreado en la frente. Al compás de agua servida desde nubes bajas, también cierne profundos pensamientos. A pocos pasos de la costa, el caballo gira cabeza y orejas hacia un frondoso árbol de campano donde se oyen lamentos y gemidos. El jinete dirige hacia allá su cabalgadura. Pegada la cabeza al tronco del árbol, un hombre llora desgarradamente. Por uno minutos el jinete observa al afligido. Es un hombre joven cono él, no mayor de treinta años.
– ¿Qué te ocurre buen hombre –le pregunta –por qué lloras?
El hombre de los lamentos vuelve la cabeza y receloso contempla el extraño jinete que se cubro con un encauchado negro y capucha, encima blanco sombreo aguadeño de anchas alas. El aspecto le parece fantasmal. Blandiendo un cuchillo de plateado filo curvo y lomo oscuro como el bocachico, se le acerca, le toca el tobillo y de paso corre los dedos por la roseta de la espuela para oír el timbre del acero y piensa: “ Es de este mundo”. Con la cabeza levantada, mirando la “ hoja en cruz” que pende del cinto del jinete le dice:
– Señor, mi mujer, Sabina, me la llevó un gitano hace tres días. Me acompañaba hace más de diez años; la que atizó mis ardientes pensamientos; la inspiradora de mis más cariñosas palabras, la que movió mi diario laboreo, señor, se me ha ido, dicen que pa’ Cavica. Yo no sé donde queda Cavica. Nadie lo sabe. ¡Cristo mio donde queda Cavica!.
Las lagrimas lo invaden nuevamente. Agarra el cuchillo y lo hunde en la corteza del árbol donde ha dibujado una figura cardio-sexual. Es un triángulo en forma de corazón con un agrieta central que llega hasta el vértice inferior. De la parte superior del triángulo brota una especie de bello púbico.
– ¿Te dejó hijos?–inquiere el jinete.
– No, señor, por fortuna es de matriz seca. Se la daño por orinar sobre huesos relicarios de la mula del Santo Pesebre de Belén. Mujer laboriosa si la hay en este mundo, nueva todavía, firme de carnes como blanda de corazón; querendona y cómoda en la cama. No alcanzo a comprender qué le pasó por la mente. O qué maranguango le echó el maldito gitano. Me ha dejado este tormentoso sufrimiento, unas polleras de satín y una totuma labrada. Reparo todas las mujeres y no veo, señor, a Savina la mía –el jinete lo interrumpe.
– Sigue este mismo camino que traigo y sales al camino real. A una legua de aquí encuentras a la derecha mano una casa pintada de solferino; en la puerta florece una trinitaria lacre. Allá encontrarás una hermosa hembra de apenas veinte años. La morenes de su piel te va a sorprender: es como amasijo de lirio blanco bajo tenue capa de miel de búngura. Dos esmeraldas móviles tiene por ojos Afelpado lunar en la mejilla al lado del hoyuelo, ayuda a darle brillo a su sonrisa. También es estéril. Aprieta el paso antes de que te caiga la noche encima y suelten los perros. Empuña estos pesos para el pasaje y los avíos. La belleza que te pinto corresponde a Zoraida, mi mujer. No sigas llorando. No seas pendejo.¡ Llévatela!.
Sereno, el jinete corre los talones por los ijares del caballo ocultándose tras las sombras y la incontaminada lluvia.

Prima, veo que no le gustó mucho el cuento; pero que le vamos hacer, usted dice que la mujer no merece un trato de esos. Ajá, ¿y si no puede dar hijos, entonces usted que sugiere? No le ponga mucho sentimentalismo, más bien tómelo por el lado por donde a los campesinos le agrada que les hablen, con franqueza; no importa que les digan que los están engañando: ¡Les agrada saber que los engañan para salvar su responsabilidad! Y es que usted a veces asume unas posturas tan…mejor dicho que me deja desvanecido.

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